¿Y la UNAM qué?

Por Mario Lage

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 Agosto 1999

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Que cada cosa siga su curso natural
No le busquemos los extremos
Una espada continuamente afilada
no dura mucho tiempo
Una sala llena de oro y jade
es difícil de guardar
Opulencia y poder conducen a la soberbia
Y de eso nace la ruina.
Lao-Tse
El Tao Te King

Parece ser que la universidad es lo que menos importa, se ve acosada por posiciones ultra que no llevan a ninguna solución.

Por un lado la ataca la cerrazón obcecada, autoritaria, burocrática, demagoga y mentirosa de la rectoría. Dicen que han cedido porque solo le han hecho un ligero doblez a la tortilla sin siquiera voltearla, la tortilla de las cuotas que volvieron a resucitar con necedad digna de mejor causa. El aumento, además de ser inútil y clasista, ya ha sido rechazado antes por la comunidad, pero a la comunidad nunca se le hace el menor caso, ni siquiera se le consulta, ¿Para qué? Daddy knows best.

Se niegan a discutir siquiera los puntos del enemigo. Cabría preguntarse entonces: ¿Para qué demonios se sientan a la mesa? ¿Esperan estúpidamente una rendición incondicional? ¿Creen que la gente es tan idiota como para no recordar que el anterior congreso no sirvió más que para dos cosas? ¿Creen que no es evidente que pretenden repetir la hazaña gubernamental de San Andrés Larráinzar? ¿Se imaginan siquiera en sus fantasías más enloquecidas que alguien los conceptúa como distintos del gobierno priísta y neoliberal que ha traicionado a todo mundo? ¿Creen de verdad que alguien se traga la patraña de que actúan independientemente sin recibir línea de ”arriba”?

Amenazan continuamente a los huelguistas. Dilapidan los recursos que no hay en una lamentable campaña de infundios, comprando mentiras descaradas, libelos amarillistas y a deleznables periodistas chayoteros que vociferan calumnias y estupideces. “¡Basta de lesionar a la Universidad!”, Chillan. Si, la universidad ha sido lesionada, atacada ferozmente y desde hace mucho tiempo por sus propias autoridades y las de este país, y ahora por una caterva de periodistas vendidos, gritones y descerebrados.

Exigen a cada paso la devolución de las instalaciones ignorando olímpicamente el movimiento de los huelguistas que las tomaron, negándose a conceder siquiera el reconocimiento al movimiento, mucho menos la solución de las causas del mismo. En un enfrentamiento con cualquier enemigo lo primero es reconocerlo, no ignorarlo pedantemente. Por supuesto que el C.G.H. no va a devolver las instalaciones hasta que se solucione el conflicto. Hasta que se solucione, no que se haga un gestecilo supuestamente mágico y aquí no ha pasado nada.

Se amenaza continuamente con la perdida del semestre. El semestre se pierde sólo si los burócratas se aferran a sus fechas preestablecidas sin tomar en cuenta el cambio de circunstancias ni cosa alguna más que su necedad y estrechez de miras. Las clases extramuros sólo las han dado algunos maestros y son una abierta provocación como todo acto de esquiroles. Es una mentira flagrante que se pretenda evitar que el alumnado deje de aprender, se trata de un truco demagógico basado en la mentira coja de que son académicamente válidas, si las clases se pudieran dar en cualquier parte no serían necesarias las instalaciones universitarias, si efectivamente no lo son ¿Para qué tanta insistencia en que se devuelvan?

Se empeñan en el mismo intento de todo el sistema político nacional por hacernos víctimas del capitalismo salvaje, creyendo, con mentalidad de abarrotero cuentachiles que la UNAM es una empresa. Acosados por el fantasma de la rentabilidad intentan evitar de cualquier manera que el estado tome su responsabilidad y sostenga, como es su obligación, una universidad pública, una universidad que genere conocimientos, no el institutito productor de técnicos para un país de maquiladoras que quieren estos admiradores de Camdesus.

No acaban de entender que sin ciencia básica, sin filosofía, humanidades sólidas y arte nunca vamos a dejar de ser subdesarrollados, o tal vez lo han entendido perfectamente y eso es lo que pretenden.

El C.G.H. , también hay que admitirlo, no canta mal las rancheras. Es verdad que su estructura democrática (o al menos así la queremos creer) hace indispensable la consulta a las bases, lo que conlleva tiempos muy largos y procesos muy complejos, los representantes solo llevan la voz de las bases, no deciden por ellas, y eso es algo difícil de entender en un mundo que se aleja cada vez más de la democracia y se hunde cada vez más en el oscurantismo autoritario. Es verdad también que la burra no era arisca, pero los palos la hicieron; no puede haber confianza en unas autoridades que mienten continuamente, que han vendido el país en condiciones harto desventajosas, que no procuran justicia sino asesinan, que se pasan por el arco del triunfo las pruebas de los atropellos perpetrados por sus gobernadores, su ejercito, sus políticos etc. Es verdad que no puede haber confianza en una rectoría que se ha demostrado como fiel reproductora de las peores políticas gubernamentales, no solo ahora, sino desde antes (recordemos la nefasta gestión de Barnés en el Instituto Mexicano del Petróleo, donde para empezar se apresuró a cercenar el rubro de actividades culturales que ese instituto mal que bien fomentaba).

Sin embargo el C.G.H. también hace demagogia al insistir en el indefendible pase automático, una aberración que sólo puebla la UNAM de analfabetas que van a destripar o a convertirse en fósiles. Sin caer en el gastado rollo de la excelencia: ¿Para qué sirve admitir en una universidad a una población exorbitante que no puede ser atendida? Ninguna institución puede crecer ad infinitum, y aún si pudiera, no tiene caso admitir a alumnos que no son capaces de resolver ni siquiera un examen de admisión ¿Para qué quieren entra a una universidad si no tienen nivel académico? El derecho a la educación superior es para aquellos han tenido una adecuada educación básica y media, si no hay tal es inútil, estúpido y demagógico admitirlos en una universidad. Lo que hay que hacer es mejorar el escandalosamente bajo nivel de la educación básica y media en México, no retacar a la UNAM de gente impreparada, eso no resuelve problema alguno.

Y la permanencia eterna como alumno, puede que ayude a algunos que trabajan a terminar la carrera, pero esta medida sirve más bien para fomentar el estado fósil. Habría que reglamentar esto y aplicarlo de manera casuística, no a rajatabla: todos coludos o todos rabones, eso no es democracia es estupidez.

Así pues las ultras de uno y otro lado hacen difícil el que se llegue a una solución. Lo que hay que cuestionarse es ¿Qué modelo de país queremos? Evidentemente no el que nos quieren vender los que ya vendieron el país mismo. Entonces hay que quitárselo a los que nos lo quitaron y moldearlo a nuestro modo, y lo mismo con la UNAM que no del rector, ni tampoco del C.G.H. mucho menos de gobernación, los pinos o el B. M.

El mundo se hunde globalmente en la barbarie y el oscurantismo mercantilista, las universidades públicas tienen que ser una isla de razón y conocimiento en el mar de la estupidez globalizada.
 
 

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